sábado, 20 de octubre de 2012

LA HUELGA DE NIZAMA, carátula

La composición fotográfica de la portada es obra de LUSCOR, Luis
Córdova Rumiche, exalumno sanmiguelino.
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AMIGO:
Si este libro te agrada, no lo prestes; porque restando compradores,
agradecerías el deleite que me debes, devolviendo mal por bien.
Si este libro no te agrada, no lo prestes; porque obra insensatamente
quien propaga lo malo.

José María Vargas Vila
Escritor colombiano

viernes, 19 de octubre de 2012

LA HUELGA DE NIZAMA, dedicatoria



Raúl Moscol León, Carlos Antón, Martín Nizama, Hildebrando Cherre
y Ridan Martínez en el patio de honor del viejo San Miguel

A los sanmiguelinos de todos los tiempos que tiene por
"sola divisa trabajar, estudiar y vencer...",
como dice el himno de nuestra alegre y viril juventud,
que nos legaron para la posteridad los
 profesores Francisco Xandóval y Wilfredo Obando.

RAÚL FERNANDO

jueves, 18 de octubre de 2012

LA HUELGA DE NIZAMA, REFLEXIONES

Dr. Martín Nizama
Fragmento
/MARTÍN NIZAMA VALLADOLID
La estridencia del grito efebo del 64, cuya bandera fue la justicia en el intorno sanmiguelino, aún tiene resonancia a 48 años de efectuada esa espectacular epopeya juvenil. Aquella gesta marcó un antes y un después en la egregia historia del viejo claustro piurano, la misma que tuvo impacto profundo en la educación nacional. Fue el inicio de una larga lucha por la erradicación de los abusos y arbitrariedades  que se perpetraban en las aulas, en nombre de un mal entendido principio de autoridad y en aras de la preservación del statu quo prevaleciente en el sector educación. En dicha acción de rebeldía, unos 2,500 estudiantes exclamaron al unísono un enérgico !basta! a los vejámenes que se consumaban cotidianamente en las aulas sanmiguelinas en esa época. En efecto, un joven instructor pre-militar, Juvencio Villegas Chávez, de origen arequipeño, se había enseñoreado en el colegio, y en su vesania de imponer en un colegio civil la disciplina militar, se excedió hasta la ignominia en sus procedimientos castrenses, generando una repulsa acumulada en el estudiantado, que finalmente tuvo un estallido matinal aquel 15 de junio de 1964, fecha en que se tomó el colegio por tres días, desalojando a todos los docentes, auxiliares de educación, personal administrativo y de servicio. El local del colegio quedó totalmente en poder de los estudiantes. El operativo estratégico de la toma del local fue impecable.
A través de los 176 años de historia del Colegio San Miguel de Piura, hubieron protestas estudiantiles plasmadas en huelgas desencadenadas por diferentes causas. Por ejemplo, en el año 1952, la promoción del Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, efectuó un conato de huelga contra el Director del Colegio, profesor Luis Marroquín Andía, un recio e inflexible  arequipeño, quien pretendía imponer los exámenes sin un cronograma previo, de modo que el alumno iba a asistir a dar el examen sin saber de qué curso; así, de manera inopinada. La ficción del gran escritor arequipeño relata aquel episodio estudiantil, plasmándolo en su primer cuento, Los Jefes. Así, merced a la genialidad creativa de Vargas Llosa, aquella intentona escolar trascendió, enriqueciendo el género narrativo de la literatura.
En cambio, la huelga sanmiguelina del primer lustro de la década del sesenta, fue un hecho histórico trascendente por su legado a la mejora de la educación nacional. Fue el primer triunfo estudiantil contundente contra la arbitrariedad del autoritarismo irracional que imperaba por entonces en los centros educativos públicos y privados. Hoy en día ese lastre punitivo se encuentra en franco proceso de extinción en las aulas escolares. Igualmente, aquella gesta histórica de tres días de toma del colegio fortaleció la autoestima de los estudiantes sanmiguelinos, al lograr un triunfo reivindicativo indiscutible. Se logró merced a la conjunción de voluntades de miles de estudiantes, conducidas por un equipo de dirigentes estudiantiles capaces de ejercer liderazgo compartido y de aplicar estrategias creativas, audaces y eficaces. La unidad del estudiantado fue monolítica, apasionada, valiente y visionaria, como corresponde a la juventud con ideales. La juventud sanmiguelina de aquella época poseía ese espíritu altruista y rebelde, como lo propuso a las generaciones postreras  el pensador argentino José Ingenieros en su magistral obra El Hombre Mediocre o como lo exclamara el vate nicaragüense Rubén Darío, “Juventud divino tesoro”, en su poema Canción de Otoño en Primavera.

domingo, 14 de octubre de 2012

LA HUELGA DE NIZAMA, LA PIURA DEL 60


El óvalo Bolognesi en los sesenta. Al fondo, la Unidad Vecinal y el Cuartel Grau.
Fragmento

En los inicios de la década del sesenta, la “aldea” de Enrique López Albújar, así llamaba a Piura el autor de Matalache, fue despojándose de su ropaje tradicional.
Ya no eran los tiempos
“... de las viejas casonas,
donde al vaivén arrullador de las poltronas,
mecían los abuelos,
hartos de sol y tedio provinciano,
todo lo que sentían y hacían en el día,
todo lo que en las noches platicaban
después del chocolate y el rosario;
donde la muelle y celestina hamaca
servía para hacer el amor más piurano
y más real el contacto de los cuerpos
que se desean, que se atraen y se aman...”.
Tampoco de las noches piuranas, llenas de historia, en las que “los campesinos hablaban de aparecidos; en su rincón, mientras cocinan, las mujeres cuentan chismes, desgracias. Los hombres beben culitos de chicha rubia, ásperos vasos de cañazo... Los niños se revuelcan sobre la tierra, luchan, taponean las galerías de los gusanos, fabrican trampas para las iguanas... Historias de desafíos, adulterios y catástrofes, de mujeres que vieron llorar a la Virgen de la Catedral, levantar la mano al Cristo, sonreír furtivamente al Niño Dios”.
El pasado iba quedando atrás… Piura empezaba su desarrollo, progreso y expansión. Una nueva arquitectura que tenía “el cemento por músculo, por arterias el hierro”, asomaba ya para hacerla más fuerte y esbelta.
Sin embargo, en los inicios de los años maravillosos, Piura y Castilla vivían unidos por el puente Sánchez Cerro, pero cuando era cerrado para repararlo, tenía que habilitarse el querido puente Viejo, que no muy lejos, junto a “la peñita” vio crecer al “puente de palos” o “puente de real”, precursor del puente Bolognesi.
No habían los embotellamientos de hoy. Motos casi no se conocían. Mucho se utilizaba la bicicleta. Los taxis, con paraderos establecidos, transportaban a los pasajeros que no subían en las góndolas o colectivos, vehículos a los que se les bautizó como “urbanos”, “ciccias” o “campo polo”.
Los enfermos se atendían en el hospital de Belén, ubicado frente al cine “Ramón Castilla” y en el hospital Obrero, hoy hospital Jorge Reátegui Delgado. El hospital Regional “Cayetano Heredia” empezaba a gestarse.
Tres diarios voceaban, muy de mañana, los canillitas. El Tiempo, La Industria y Correo no sólo informaban, sino que a parte de contar las últimas noticias, entretenían a sus lectores con las ocurrencias de Chicato, Luisín, Los Picapiedras y Benitín y Eneas.

Chicato
...
La huelga de Nizama, postergada por muchos años y ahora en su 3era. edición, es un homenaje a quienes lucharon por nuestra dignidad y una contribución a la historia, todavía incompleta, del querido y leal San Miguel.
Y por qué La huelga de Nizama…?
Porque los sanmiguelinos de entonces, crecimos escuchando esta historia, que -la casi totalidad de los “sapitos miones”- identificamos con el apellido del líder de 1964 para diferenciarla de la huelga de Llontop, que se produjo al año siguiente.
¡Hecha esta atingencia es hora que ¡qué suene el silbato!, porque las páginas que vienen son los prolegómenos del comienzo del fin de un operativo casi militar, que -en el ágora del 21-, culminó con el triunfo estudiantil, previa firma del acta final, tres días después...