jueves, 18 de octubre de 2012

LA HUELGA DE NIZAMA, REFLEXIONES

Dr. Martín Nizama
Fragmento
/MARTÍN NIZAMA VALLADOLID
La estridencia del grito efebo del 64, cuya bandera fue la justicia en el intorno sanmiguelino, aún tiene resonancia a 48 años de efectuada esa espectacular epopeya juvenil. Aquella gesta marcó un antes y un después en la egregia historia del viejo claustro piurano, la misma que tuvo impacto profundo en la educación nacional. Fue el inicio de una larga lucha por la erradicación de los abusos y arbitrariedades  que se perpetraban en las aulas, en nombre de un mal entendido principio de autoridad y en aras de la preservación del statu quo prevaleciente en el sector educación. En dicha acción de rebeldía, unos 2,500 estudiantes exclamaron al unísono un enérgico !basta! a los vejámenes que se consumaban cotidianamente en las aulas sanmiguelinas en esa época. En efecto, un joven instructor pre-militar, Juvencio Villegas Chávez, de origen arequipeño, se había enseñoreado en el colegio, y en su vesania de imponer en un colegio civil la disciplina militar, se excedió hasta la ignominia en sus procedimientos castrenses, generando una repulsa acumulada en el estudiantado, que finalmente tuvo un estallido matinal aquel 15 de junio de 1964, fecha en que se tomó el colegio por tres días, desalojando a todos los docentes, auxiliares de educación, personal administrativo y de servicio. El local del colegio quedó totalmente en poder de los estudiantes. El operativo estratégico de la toma del local fue impecable.
A través de los 176 años de historia del Colegio San Miguel de Piura, hubieron protestas estudiantiles plasmadas en huelgas desencadenadas por diferentes causas. Por ejemplo, en el año 1952, la promoción del Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, efectuó un conato de huelga contra el Director del Colegio, profesor Luis Marroquín Andía, un recio e inflexible  arequipeño, quien pretendía imponer los exámenes sin un cronograma previo, de modo que el alumno iba a asistir a dar el examen sin saber de qué curso; así, de manera inopinada. La ficción del gran escritor arequipeño relata aquel episodio estudiantil, plasmándolo en su primer cuento, Los Jefes. Así, merced a la genialidad creativa de Vargas Llosa, aquella intentona escolar trascendió, enriqueciendo el género narrativo de la literatura.
En cambio, la huelga sanmiguelina del primer lustro de la década del sesenta, fue un hecho histórico trascendente por su legado a la mejora de la educación nacional. Fue el primer triunfo estudiantil contundente contra la arbitrariedad del autoritarismo irracional que imperaba por entonces en los centros educativos públicos y privados. Hoy en día ese lastre punitivo se encuentra en franco proceso de extinción en las aulas escolares. Igualmente, aquella gesta histórica de tres días de toma del colegio fortaleció la autoestima de los estudiantes sanmiguelinos, al lograr un triunfo reivindicativo indiscutible. Se logró merced a la conjunción de voluntades de miles de estudiantes, conducidas por un equipo de dirigentes estudiantiles capaces de ejercer liderazgo compartido y de aplicar estrategias creativas, audaces y eficaces. La unidad del estudiantado fue monolítica, apasionada, valiente y visionaria, como corresponde a la juventud con ideales. La juventud sanmiguelina de aquella época poseía ese espíritu altruista y rebelde, como lo propuso a las generaciones postreras  el pensador argentino José Ingenieros en su magistral obra El Hombre Mediocre o como lo exclamara el vate nicaragüense Rubén Darío, “Juventud divino tesoro”, en su poema Canción de Otoño en Primavera.

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